Maximus 2017: Una tarde de fiesta con el tío Zombie

Extraterrestres, pelotas de colores y moshpits en culo, en esta segunda visita de Rob Zombie a nuestro país.

Foto de portada: Tomás Correa Arce

Cuando se anunciaron los horarios de las bandas en el Maximus Festival, muchos cuestionaron el posicionamiento de algunos artistas en la grilla. “¿Ghost y Rob Zombie de día? ¡Injurias! ¡Deshonor!”. La realidad es que con un lineup tan abultado, a alguien le tenía que tocar, pero la fórmula terminó resultando. Poner a bandas como Asspera, Ghost y Rob Zombie de día, logró con éxito establecer una norma que no es costumbre entre los argentinos: ir temprano a un festival a ver a todas las bandas. Las puertas se abrieron al doce del mediodía, y miles de fanáticos ya estaban ingresando al predio.

Son casi las cinco de la tarde, el sol sigue brillando con alguna que otra nube pasajera. Ghost ya había terminado su set, y la horda de fanáticos transpirados comenzó a migrar al escenario paralelo, previa escapada al baño, o a comprarse una gaseosa para bajar la temperatura.

Los parlantes anuncian la llegada de la banda con la intro de ‘Last of the Demons Defeated’, y los cuatro monstruos aparecen en el escenario. Estéticamente hablando, ésta es la banda que más se acerca a la estética del festival, y tranquilamente podrían ser unos personajes más en el ‘Gas Town’ del Maximus: Piggy D sale con una máscara draculiana, Ginger Fish con una chiva atada a lo Shavo Odadjian, John 5 con su clásico y perturbador maquillaje dividiendo su rostro, y en el centro de todo, Rob Zombie.


Con un look casi idéntico al de su visita en 2013, lo primero que notamos es que a éste señor se lo nota más avejentado. Las canas ya comienzan a apoderarse de su barba y sus rastas, y no podemos evitar soltar el comentario: “Ya casi parece un abuelo”, a lo que atrás nuestro nos contestan: “Sí, pero el abuelo con mas onda del mundo”. La prueba está frente a nosotros: el señor Zombie nos mira con orgullo, vistiendo un sombrero de vaquero, una ‘chaqueta’ plateada con flecos tan largos como sus rastas y unos pantalones campana.

Ginger Fish da inicio al ritual con el sonido de sus bombos, y el público reacciona casi por reflejo. Los cuerpos comienzan a elevarse en el aire y John 5 irrumpe con el riff de ‘Dead City Radio And The New Gods Of Supertown’, uno de los hitazos de su álbum anterior.

A pesar de ya haber pasado los cincuenta años, el tío Zombie no para. Arenga al público, corre de un lado al otro del escenario y pega unos saltos que dan calambre sólo de verlos, todo esto ésto mientras revolea sus rastas y los flecos de su chaqueta, que terminan formando una imagen hermosa y cuasi-hipnótica (mención aparte para las violas y los bajos que desfilaron arriba del escenario. Algunos con forma de ataúd, otros con forma de cruz, y hasta una guitarra con lava fluorescente. Un espectáculo aparte fabuloso).

Los temores y la bronca de muchos de ver a Rob Zombie tan temprano, desaparecieron tras el primer tema. Recordemos que su visita anterior fue en una fría noche de primavera al lado del río en 2013. En paralelo, ver a ésta banda a plena luz del día en el Maximus tiene su encanto, y debe representar un plus para la banda, ya que debe ser un espectáculo impagable ver metros y metros de cuerpos saltando como si fueran olas en el mar, en vez de enfrentar a un público en penumbras.

El ritmo del pogo se mantiene, y muchos aprovechan para tomar un respiro con ‘Superbeast’ y 'In the Age of the Consecrated Vampire we all get High', pero el descanso se termina cuando Ginger Fish empieza a arengar al público con el ritmo de su batería y da paso a ‘Living Dead Girl’. En respuesta, la gente comienza a armar un gran moshpit con decenas de pibes corriendo en círculo. Entre ellos, uno se destaca, ya que comienza a correr con el culo al aire (el culo más famoso de la tarde, ya que le hicieron un primer plano en las pantallas, para que todos lo aprecien). Llega el momento de ‘More Human Than Human’, el primer tema que suena de White Zombie (sería el primero de tres). El tío Rob, quien ya no aguanta más el calor, se saca la chaqueta, baja al público a mitad de la canción y automáticamente una masa de cuerpos se concentra en torno a él (mi más sentido pésame para los que estaban en la valla).


Para presentar uno de sus temas más recientes, el cantante dio posiblemente el discurso de halago más extraño que el público argentino recibió hasta la fecha: “Desde que llegué a Argentina, todo el que se me acerca me dice: ‘No me va a creer señor Zombie, pero fui inspeccionado analmente por un alien’. A lo que yo digo, ‘¡Wow, con razón cantan tan alto!’”.  Acto seguido, aparecen dos aliens inflables, que arroja al público, y la banda comienza a tocar ‘Everybody is fucking in an UFO’. De los dos aliens, sólo uno sobrevive y aguantando hasta el final de la canción en los brazos del público, porque el otro se lo chorearon en cuestión de segundos.

La fiesta sigue con otro de los últimos temas de la banda, ‘The Hideous Exhibitions Of A Dedicated Gore Whore’, acompañado de una lluvia de pelotas inflables de todos los colores imaginables. Finalizada la canción, las pelotas siguen volando de un lado al otro, y mientras John 5 comienza su solo de guitarra. Luego de ver a este muchacho en el escenario, posiblemente muchos vamos a coincidir en que su talento quizás se vea limitado junto a Rob Zombie, pero al guitarrista se lo ve sólido junto a la banda, y definitivamente en mejores manos que cuando estaba con Marilyn Manson.


Los platos más fuertes son guardados para el final. John 5 comienza a hacer el rasgueo del clásico de White Zombie, ‘Thunderkiss 65’. En medio del pogo le leemos los labios a Piggy D, quien ve al público saltar y larga un ‘¡oh my god!’, pero al frontman esto no le basta y frena al guitarrista. El tío Zombie es exigente y quiere ver más de nosotros: “No volé quince horas para esto… yo recuerdo algo distinto de ustedes. Todos los de atrás ¿por qué dejan que la gente de adelante haga todo el trabajo? ¡Métanse, motherfuckers!”. En medio del rugido del público, el cantante da la señal a sus compañeros, y comenzamos nuevamente. El reto de Rob se ve que surtió efecto, porque ahora el doble de gente se encuentra saltando y aplaudiendo. Pogos como estos, estos muchachos no los consiguen ni en el Wacken, ni en el Ozzfest, ni en el Rock am Ring.

En muestra de agradecimiento, y conociendo la historia del público argentino, el frontman decide hacernos un regalo. “Hay una banda que amaba venir a Argentina. Una banda que ya no está entre nosotros”. Algunos gritos aparecen en el público, anticipando lo que se viene: “HEY, HO, LET’S GO” es el grito de guerra que momentos más tarde está en boca de todos los presentes, cuando la banda toca ‘Blitzkrieg Bop’ en honor a Los Ramones (recordemos además que Rob Zombie era íntimo amigo de Johnny Ramone).

Las pelotas de colores aun siguen rebotando entre un público que está extasiado y sin aliento. Nuestros cuerpos no dan más, pero aun así, sabemos que hay que dar un último esfuerzo, porque todavía falta un tema.  La batería de Ginger Fish nuevamente marca el ritmo y nos anticipa el final. ‘Dragula’ explota en nuestros oídos, y ahora los cuerpos alcanzan alturas casi astronómicas.  

La banda se despide, entre aplausos, y cantos en agradecimiento del público. El sol ya está comenzando a bajar y mientras migramos para el escenario Rockatansky para ver a Five Finger Death Punch, repasamos en nuestra cabeza la fiesta que acabamos de vivir gracias al tío Zombie. Después de esta actuación, puede volver las veces que quiera. Por más que esté en silla de ruedas, con esas piojosas rastas por el piso y todo decrépito, la familia argentina se va a reunir a festejar igual.

Crónica: Santino
Fotos: Tomás Correa Arce y Nick Zanotti.






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