“The New Abnormal” de The Strokes: difícil de explicar
El sexto disco de los neoyorquinos es toda una avanzada conceptual que repasa 20 años de historia
Si nos proponemos traducir la discografía de The Strokes al lenguaje de las imágenes, el resultado más probable que obtendremos puede ser el de 5 cuadros completamente distintos entre sí, cuyas diferencias se evidencian aún más cuando buscamos empatar a aquellos que contemplan una mayor distancia de tiempo. Es difícil imaginar que pasó en el medio si se nos oponen “Is This It” a “Comedown Machine”, primer y quinto álbum de los neoyorquinos. Incluso, es difícil si lo hacemos con “Room On Fire” y “Angles”, su segundo y su cuarto disco. Pero aún así, nadie se atrevería a negar que hay un hilo invisible que hilvana estos 20 años de historia, que hace que estos cambios parezcan parte de una evolución lógica, coherente y natural. Hay quienes lo llaman esencia, otros lo apodan “ese no sé qué”. A las 00.00 del 10 de abril más particular en muchos años, se nos develó el destino de esa esencia.
De hecho, la forma de presentar el trabajo respondió a lo extraordinario de nuestra situación mundial. Una hora antes del lanzamiento oficial, Julian Casablancas, Albert Hammond Jr., Nick Valensi, Nikolai Fraiture y Fabrizio Moretti, estrenaron el segundo capítulo de "5guys talking about things they know nothing about", un "show" que los tiene a ellos en cuarentena, haciendo videollamada y dándonos acceso a una intimidad que, para nosotros los fanáticos, es oro puro. En este caso, el material tuvo como excusa la presentación anticipada del disco. Los tenemos a ellos contando anécdotas y dando sus opiniones, tema por tema, vestidos de entrecasa (contrario al look extravagante que estaban eligiendo para sus últimas presentaciones en vivo), bromeando y despejando la eterna teoría de que entre ellos se odian. Una apuesta que nos acerca muchísimo, en un tiempo tan particular y que sin dudas potencia la caricia que significa el fin de 7 años sin un LP de la banda. De hecho, puede que no haya mejor contexto para recibir un disco de esta gente que el aislamiento. Por eso en Pogopedia, te invitamos a que recorramos juntos “The New Abnormal”, el sexto disco de The Strokes.
Aquella identidad tarda sólo 3 segundos en aparecer. El disco abre con una brevísima muestra de la secuencia de batería que se extenderá a lo largo de la totalidad de “The Adults Are Talking”, e inmediatamente estalla en el primer riff que, en este caso, será el encargado de traer a colación toda la historia de la banda. Es una guitarra limpia, con una melodía entrecortada, antinatural, que brinda el primer ramalazo de nostalgia que luego se profundizará al acoplarse con la voz de Julian Casablancas (spoiler: el disco es una de sus mejores performances en estudio), durante el estribillo. Tenemos los primeros duelos de preguntas y respuestas entre las guitarras de Albert Hammond Jr. y Nick Valensi, así como también una primitiva declaración de principios. La canción se va degradando hacia el final, con algunos sonidos ligeros, fuera de tempo, para terminar en una grabación de los cinco Strokes en el estudio, haciendo chistes, hablando de lo que sigue, comenzando a evidenciar los hilos.
La intimidad se interrumpe por la llegada de un arpegio profético, sereno, que inicia “Selfless”, una balada armoniosa, dulce, que reposa sobre las nubes esponjosas que dibuja la secuencia de notas inicial. Pero que, nuevamente, va a recibir un golpe tajante, seco, que comienza a degradar lo construido en los primeros compases. En este caso, el solo de guitarra posterior al primer estribillo parece atentar contra los cimientos angelicales que dieron inicio al tema. Fácilmente confundible con un sintetizador, no será la única muestra de la necesidad de generar una pintura de elementos heterogéneos. Casablancas canta “How did this fit in your story? Why’d you let them judge your body?” con una ecualización aguda, filosa, solo acompañado por el bajo de Nikolai Fraiture y aquellas nubes sobre las que intentamos descansar, a esta altura, están contaminadas.
De repente, nos topamos de forma violenta con el tercer single del álbum, “Brooklyn Bridges To Chorus”. Una avanzada de sintetizadores estridentes, extraídos quirúrgicamente de alguna secuencia de inicio de una serie de policías de los ’80, estrella la nostalgia y la armonía hasta aquí construida. Con un ritmo bailable, Casablancas se encarga de comenzar a evidenciar explícitamente las intenciones del disco, es aquí donde comenzamos a cerrar un de las ideas que nos va a acompañar por el resto de “The New Abnormal”. El cantante se pregunta, melancólico, “And the 80’s bands? Oh, Where did they go? Can we switch into the chorus right now?”, para que luego la composición satisfaga su pedido y nos derivemos en el estribillo, casi como una ruptura de “la cuarta pared” en cine. Comenzamos a ser cómplices de la composición misma del álbum y eso es, sin dudas, una forma de llevar al límite las reglas de lo establecido.
Tal vez, “Bad Decisions” pueda entenderse como un reposo. No sólo por la continuidad de referencias a los ’80 y sus texturas (durante el estribillo suena la melodía de “Dancing With Myself” de Billy Idol). Sino también por ser el segundo single del disco, uno de los más celebrados de los 3 y aquel que nos conectó directamente con los sonidos más clásicos de The Strokes. De alguna forma, el cuarto track del álbum se presenta como uno de lo menos arriesgados estéticamente, un descanso conceptual que nos regala los juegos a dos guitarras más clásicos que vamos a encontrar en “The New Abnormal”. Contamos con el Julian Casablancas procesado de siempre, que no entra en los falsetes propios de sus últimos años, sino que termina por rasgar la voz que se rompe en alaridos que nos evocan directamente a los pasajes más memorables de “Is This It” o “Room In Fire”.
Sin embargo, no tardan en sacarnos de la zona de confort para volver a demostrarnos de que se trata su sexto disco de estudio: un grandísimo pastiche que se refleja tanto hacia adentro de las canciones, como hacia afuera, hacia el todo. "Eternal Summer” nos conduce durante sus 6 minutos en la degradación máxima de la canción pop. Lo que al principio puede parecer lo que su título indica, “un tema del verano” (algo que jamás esperaríamos de The Strokes), rápidamente comienza a dialogar de forma muy clara con “The Wall” de Pink Floyd, en pasajes de un Casablancas violento que reflexiona sobre lo divertida que es la psicodelia. El brillo y la felicidad de los primeros minutos termina por derivar en una atmósfera sombría, turbia, frondosa, neurótica. La canción se ha destruido a sí misma y casi a modo de chiste los segundos finales repiten el inicio procesado con un flanger. ¿Te acordás que este caos comenzó así?
Y así llegamos al “anti-single”. De las 9 canciones que componen el álbum, “At The Door” podría ser la última que elijamos para sacar como corte de difusión. Pero si algo nos han demostrado los Strokes en este 2020 es que no han entendido acerca de lo convencional. La nostalgia y la melancolía encuentran su vehículo en una balada futurista, electrónica a más no poder, tajante. Pero aun así, la voz, limpia y bien adelante en la mezcla, agrega uno de los elementos más humanos que tendremos en todo este recorrido. Es un tema de otro disco, de otro contexto, de otro cuerpo. Pero como venimos recalcando, “The New Abnormal” se trata de eso en todos sus aspectos, incluso en la tapa que lo acompaña. “Bird On Money” de Jean-Michel Basquiat (1981), es el cuadro que representa de forma gráfica y a la perfección el contenido del álbum. Todo lo caótico y cuasi primitivo que fue el expresionismo de Basquiat, está presente en este álbum. Los límites de la representación pictórica se extienden, como también lo hacen aquí, los límites de la composición musical. Pero siempre con un hilo, una esencia, no nos hemos olvidado de eso.
El último tercio del disco comienza con “Why Are Sunday’s So Depressing”, una gran canción que condensa en sus sonidos gran parte de las texturas de la banda. Lo que comienza con versos que podrían estar en “Room On Fire” deriva en un estribillo fácilmente ubicable en “Comedown Machine”. Aquello que en el principio de la reseña nos parecía distante, casi imposible (unir dos discos lejanos temporalmente), ahora es lo que junta fuerzas en una misma canción. El estribillo nos sumerge en una bellísima soledad, en uno de esos dolores felices tan característicos, motorizado por un frente de sonidos electrónicos y las guitarras en un segundo plano, haciendo uno de esos arpegios hiper reconocibles al oído de los fanáticos.
Una seductora balada se abre paso en el anteúltimo track. “Not The Same Anymore” es otra de las demostraciones cabales de una canción arquetípica de los primeros años de los Strokes. Acompañada por una excepcional mezcla de guitarras (la producción está a cargo del legendario Rick Rubin) y un tempo lento, nos hunde en un clima de tristeza y de introspección. De alguna forma, al adentrarnos sobre el final del álbum en estas texturas y comenzando a mirar el trabajo entero en retrospectiva, nos puede llegar a resultar extraño que un tema tan sincero y natural conviva en el mismo espacio que “Brooklyn Bridges To Chorus” o con el mismo “At The Door”. Pero a esta altura nos encontramos maduros conceptualmente, el viaje lo ha dicho todo y sólo queda cerrarlo con una canción más, de la cual realmente no sabemos que esperar.
“Ode To The Mets” comienza con una secuencia que puede estar en cualquier película de ciencia ficción, pero rápidamente deviene en una melodía de redención, que va creciendo segundo a segundo. Como si fuera la contracara “limpia” de “At The Door”, extiende esa amplitud sonora sin ataduras hasta que Casablancas parece olvidarse la letra y decir “drums please, Fab”, a lo que el baterista responde entrando en el tema. La composición haciéndose sobre la marcha justo dentro de nuestros oídos. Como Basquiat y sus graffitis grotescos. Como The Strokes en “The New Abnormal”. El último tema termina por quebrarse en un gran conjunto de elementos, con gritos desgarradores y frases desesperanzadas. El barco parece hundirse, como a todos los fanáticos de The Strokes nos gusta que suceda y el disco se termina en un último respiro de pena.
Cuando The Strokes aparecieron allá a principios del siglo XXI, principalmente influenciados por The Velvet Underground y el estallido artístico del Nueva York de los ’70, establecieron una identidad que, aunque pueda parecer que no, se mantiene hasta 2020. Han virado, como hemos dicho, a lo largo de su discografía. Han virado y mucho. Pero han sabido mantener una esencia que en “The New Abnormal” se vuelve a hacer presente para rodearse de todos los sonidos que han logrado patentar en estos 20 años. Este último disco tiene la forma abstracta del pastiche, parece ser el resumen de 5 discos muy distintos entre sí, pero que han logrado convivir en uno sólo, tejidos por el hilo invisible que no deja de aparecer y hacernos felices. Ese hilo que no sólo tiene que ver con sonidos característicos, sino también con la actitud de patear el tablero una y otra vez.
Los fanáticos más inoxidables recibimos el disco con una alegría que oculta cierta angustia. Nos han amenizado la cuarentena de una forma magistral, pero de alguna forma, lo que escuchamos nos hace pensar que tal vez estemos llegando al final del camino. ¿A donde vamos a partir de acá? Podría ser el último álbum, podría ser el final de la película, en donde entendemos a donde conducían todos esos caminos que en un principio parecían paralelos. La revelación del enigma de hacia donde íbamos, el último atrevimiento. O todo esto podría ser mentira, una falacia conceptual construida en el aire, porque para eso están las grandes obras de arte, para que todas sus interpretaciones sean correctas y erróneas al mismo tiempo. Y "The New Abnormal" es una de ellas.
Por Piero Nápoli