Stop Making Sense: Placeres de una experiencia performática

Un film que documenta uno de los momentos más icónicos en la carrera de los Talking Heads, a través de sus propias reglas.

“Me gustaría mostrarle a la gente las películas que hay en mi cabeza”, dice David Byrne en un video de 1984 en el que se entrevista a sí mismo. 'Stop Making Sense', el film que documenta un recital de los Talking Heads en Los Ángeles durante el tour del álbum 'Speaking in Tongues', nos convierte en espectadores de una de ellas.

Si bien Byrne fue creador de la idea, dejó que otro la dirija. El elegido fue Jonathan Demme, que logró transformar el material rodado a lo largo de tres shows en una sola performance en vivo, capturando de la mejor manera el espíritu de ese momento, junto a la esencia y las excentricidades de la banda que revolucionó el new wave neoyorquino de los ochenta.

 Catalogado como uno de los mejores films de recitales, este docu-reci rompe con algunos esquemas que lo hacen único y merecedor de ese título, que al mismo tiempo no lo termina de definir completamente. 'Stop Making Sense' es como una obra de teatro que se va armando pieza por pieza, tanto en los elementos de la puesta que la compone como en su narrativa y la energía que le va dando vida al espectáculo.



“Hola, hay algo que quiero que escuchen” son las primeras palabras de Byrne, que aparece con una guitarra y un grabador en un escenario desnudo, donde el desorden del detrás de escena y el espacio deconstruido son parte del show. Empieza a sonar un ritmo, que acompaña con los primeros acordes de "Psycho Killer", una de las mayores cumbres dentro de la discografía de la banda, en una versión austera y acústica, muy diferente a la original.

A partir de los siguientes temas la escena se va poblando, canción por canción, de los demás integrantes del grupo: la bajista Tina Weymouth, el baterista Chris Frantz y el guitarrista y tecladista Jerry Harrison, que entran uno por uno como distintos personajes, a quienes se suma un séquito de músicos con un amplio currículum orientado al groove, entre ellos, el tecladista Bernie Worrell de Parliament-Funkadelic.

Las canciones van transformando el show en un viaje de éxtasis sonoro, hipnótico y performático, que transporta a distintos espacios y sensaciones, a través de bailes frenéticos, sintetizadores, y juegos de luces y sombras que hacen que los cuerpos aparezcan y desaparezcan sin dejar la escena. Un viaje que deja imágenes de momentos únicos, desde las corridas en el escenario durante "Life During Wartime", donde Byrne se convierte en una marioneta mediante gestos espasmódicos e impredecibles, hasta la intimidad de "This Must Be The Place", en la que danza con una lámpara a la que le dedica una carta de amor, el misticismo del hit "Once In A Lifetime", en el que parece un profeta que predica con las manos en alto, y la extravagancia de "Girlfriend Is Better", donde se calza un traje absurdamente gigante, inspirado en el teatro Noh japonés. 



Además del arco narrativo que se dibuja progresivamente en el armado de la puesta del que somos testigos, hay otro que construye el relato de un personaje que está solo en el mundo, lleno de angustia y ansiedad (“Mr Psycho Killer”, en palabras de Byrne), y que atraviesa una catarsis, en la que mediante la música y quienes lo acompañan en escena logra liberarse de todo aquello que lo atormenta.

'Stop Making Sense' logra potenciar lo performático con lo cinematográfico, para transformar una experiencia musical en una obra de arte. Demme saca el mejor provecho de los recursos del cine para captar perfectamente en sus planos lo que está sucediendo en el show, y toma la gran decisión de no mostrar las reacciones del público hasta el final, sino construir un punto de vista que invita al espectador del film a ser uno más en la audiencia y sentirse parte de la acción.

“There was a line. There was a formula” cantan hacia el final las coristas en "Crosseyed and Painless", el tema que va a cerrar la travesía del show. 'Stop Making Sense' contradice esos versos y apunta contra todas las fórmulas y ecuaciones posibles para crear una identidad propia, que se las arregla con poco y aún así nunca se agota.

Por Antonella Ferretti


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