Sebastian Bach: La eterna juventud salvaje

El ex-vocalista de la legendaria Skid Row se presentó en el Teatro Flores para repasar su carrera y dejó transpirando hasta las paredes.

Ph.: Nicolás Zanotti
No fue un show para curiosos. El viernes pasado en Flores hacía calor, mucho calor. Tanto, que el propio Bach se encargó de dejar en claro que se estaba cagando de calor entre tema y tema. Lo que bien podía tornarse en un chiste fácil sobre cómo los años no vienen solos para el cantante, aunque la temperatura realmente estaba por las nubes.

Ya en la puerta del Teatro Flores, una hora antes de que arranque el show, se podían divisar imágenes familiares para cualquier fanático metalero. Tipos con cara de pocos amigos y pelos largos dignos de una campaña de champú, mucho cuero, cadenas, chalecos de jean con parches de lo que se te ocurra y motos, muchas motos. Nos dejamos de joder cuando aparecieron varios miembros de los Hell's Angels en la puerta con una presencia casi omnipotente ante cualquiera que haya estado cerca en ese momento. Sí, parece un capítulo de Sons of Anarchy pero estamos hablando del show de Sebastian Bach en el barrio de Flores. 

Si bien las puertas abrieron a las 19, no fue sino hasta las 21.40 que la gente que esperaba al ex-cantante de Skid Row pudo verlo en acción. Cuando por fin las luces se apagaron y el telón todavía estaba cerrado, el virtuoso violero que acompaña a Bach en esta gira, Brent Woods, se mimetizó con la ansiedad generalizada del público y esbozó las primeras notas de una pornográfica versión de Little Wing (Jimi Hendrix) para que el teatro entero levantara los puños y empezara a corear los solos. 


Fue una acertada decisión arrancar con un clásico de esa talla para recordarle a los presentes que si bien los cabellos largos y los hits bananeros en el hard rock de los 80's eran casi una moda obligada, las raíces se respetaban. Ni bien terminó el tema, el teatro rindió honores con las manos en alto a un Bach que se encargó de devolver gentilezas hablando en español (como lo haría luego en todo el show, leyendo notas que tenía a sus pies en el escenario), dando la bienvenida y anunciándole al público que "esta que viene, es su canción" (evidentemente esta frase le gustó, o fue una de las pocas que se anotó ya que la repitió varias veces a lo largo de la noche).

De la nada, Bach dejó sin aliento a todo Flores con una seguidilla de los clásicos más hiteros de Skid Row. Uno atrás de otro ("Breakin' Down", "18 and Life", "Wasted Time", "Quicksand Jesus" y "I Remember You"), fueron pasando los temas que, de alguna forma, acercaban a la gente a la época de oro de Sunset Strip y esos 80's vertiginosos.

La primera perla de la noche llegó en "I Remember You". Cuando los veteranos (y no tanto) metaleros agitaban nostálgicos en el estribillo, se escuchó un furioso "Stop the fuckin' song!" ("paren la puta canción"). Era Bach, con una cara de orto tal que si lo veías de cerca te asustabas. De repente la banda dejó de tocar y nadie entendía nada. Sólo Bach tenía en claro qué pasaba. A decir verdad, Bach y el pelotudo que estaba tirando piñas a pocos metros del cantante, quien al verlo desde el escenario, no dudó en frenar el climax del tema que estaban tocando para señalarlo con el dedo y gritarle por el micrófono "que se vaya a la mierda. Acá se viene a disfrutar, no a pelear. Si quieren venir a pelear, se van a la mierda". Luego de esto, Bach llamó a la seguridad para que "amablemente" invite a salir al violento (flaco, si vivís, avisanos, que nos quedamos un toque preocupados mientras nos reíamos) y en un segundo se lo llevaron.


Pareciera ser que realmente no se jode con los rockeros de los 80's. ¿Se acuerdan de Axl parando shows ante cada provocación del público en aquellos shows de River a principios de los 90's? Ya sea por divas, por demagogia o por querer cuidar a la gente, la cuestión es que sin quererlo, Bach bajó los decibeles. Más curioso fue cuando se retiraron todos los músicos del escenario y empezó a sonar en los parlantes "Back In The Saddle", el cover de Aerosmith que grabaron Bach y Axl Rose. Como si de un bis se tratara, mientras seguía sonando Back In The Saddle, la gente empezó a preguntarse qué pasaba. Muchos empezaron a culpar al revoltoso que provocó que Bach frenara un tema, pensando que el rubio se había enojado. Por suerte para todos, no fue así...

Lo tenía todo planeado. Arrancaron con la parte más sensible de Skid Row, con la lágrima. Se fueron a cargar motores a camarines para volver al palo, casi poseídos. Sebastian Bach miraba atónito a un teatro repleto gritando su nombre y saltando, agradeciéndole al público en todo momento por la inmensa muestra de cariño. No hubo más tiempo para halagos. Como una patada al pecho, el bajo de Rob de Luca y el bombo de Booby Jarzombek dieron luz verde al descontrol generalizado para una violenta versión de "Slave To The Grind". Parecía otro show. De pasar a los encendedores y celulares en alto, en un segundo Flores retumbó con Bach revoleando la cabeza a mil kilometros por hora (y el micrófono, que muchas veces pasó a centímetros de las cabezas de la gente) y el público armando un pogo descomunal. Ya era una fiesta.

Siguieron "Sweet Little Sister", "Big Guns" (dos del primer disco de Skid Row para los seguidores más fieles) y "The Threat". Todas con la misma o más intensidad que Slave To The Grind. Hacía calor. Hacía tanto calor que Bach lo decía entre temas con una risa casi nerviosa como diciendo "no es joda, estoy chivando fuerte". Se lo veía agitado por momentos pero la voz la tiene intacta. Esos gritos que supo pegar a fines de los 80's, los sigue pegando con la misma energía, aunque con más canas y arrugas. Bach es un showman de los de antes. Besos a las chicas y puños cerrados a los hombres, se ganó la ovación más grande cuando dijo en un español bastante limpio "esta canción es para los auténticos metaleros argentinos" y arrancó "American Metalhead". 

El público no paraba. Bach miraba sorprendido por momentos, casi que exagerando la reacción, ante el salto generalizado. Había pasado casi una hora de show y la gente quería más. "Monkey Business" con un exquisito medley de "Tom Sawyer" (Rush), "Rattlesnake Shake" y "Youth Gone Wild" fueron las últimas. Fue un cierre acorde al clima del show. Bach prometió volver. Cuando la banda se estaba yendo el público empezó a saltar con la misma energía que al principio, y Bach (con las luces prendidas y varios técnicos de sonido puteándolo), agarró el micrófono y dijo "no nos podemos ir con la gente así.... quieren una más?"

Fue sorpresa, o al menos elegimos creerlo así. Brent Woods arrancó un riff que sonaba muy familiar. Es que AC/DC es una banda tan incoporada al ADN argentino que no importaba mucho si la banda de Bach estaba tocando "T.N.T". La gente ya estaba saltando. Fue un cierre espectacular, inoxidable y justo. Lo pueden criticar por su look, por su polémica personalidad, pero sin dudas Sebastian Bach sabe como dar un verdadero show de rock y en Flores quedó demostrado.






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