Santiago Motorizado en Teatro Coliseo: la fiesta que te prometí (y más)

El vocalista de Él Mató A Un Policía Motorizado dio un show inédito celebrando la música de Okupas.

Fotografía: Enrique García Medina

El pasado viernes 29 de octubre, el Teatro Coliseo se erigió como un refugio que no sólo nos alivió de las altas temperaturas que azotaron a la Capital Federal, en un fin de octubre por demás atípico, sino que fue sede de un secreto que atesoraremos, en comunión, con mucho orgullo y felicidad. Santiago Motorizado, bajo la promesa de presentación de la nueva banda sonora de Okupas, comandó una noche cargada de emoción y sensibilidad con aires de acontecimiento único e irrepetible: una celebración al amplio espectro de colores de toda su obra.

El artista se presenta, como es habitual, vestido íntegramente de un negro que permite dar lugar a un armonioso contraste con la pulcritud de su Stratocaster blanca. Esa figura será la única constante de un evento que, durante las próximas dos horas, cambiará de forma y color, una y otra vez. Ya estábamos anoticiados. “Canciones Sobre una Casa, Cuatro Amigos y un Perro” cuenta con la clásica identidad heterogénea de las bandas sonoras. Pero quizás, no estábamos preparados para que el recorrido también incluya la vida (y obra) de Santiago.

El telón se eleva luego de escuchar la mítica introducción de Okupas, tema que nos hace sentir parte de una suerte de spin – off. O como se deslizó en algún momento: “Okupas, el musical”. El vertiginoso arranque de “Tanto Tonto” enciende a las 1500 presencias y devela la primera sorpresa de la noche. Bruno Stagnaro, creador de la serie y compositor del tema que está sonando, se encuentra en escena tocando los acordes que alguna vez ejecutó con alguna banda de su juventud y que posteriormente terminarían en manos de Ricardo (Rodrigo de la Serna), en la génesis de la narración.

De todas formas, la entidad que rápidamente capta el escenario es la de Santiago Motorizado solista, aquel proyecto que vive en los recovecos del internet y en sus íntimas presentaciones en vivo. Las canciones que comienzan a sonar y que pincelarán la noche en su totalidad están cargadas de esa dulzura que representa al cantante, de esa nostalgia que tanto nos identifica y de ese sentir íntimo que pesa sobre los secretos: son gemas, pequeños misterios, composiciones del lado oscuro. Sonaron “Amor en el Cine”, “Quería Vivir en Otra Casa”, “El Pastor Me Dio su Mano”, “El Camino de Piedras”, entre otras tantas en el formato austero que lo conecta con sus comienzos: teclado, batería, bajo, voz y guitarra.

Para el retorno del segmento Okupas, aquel que nos convoca pero que lejos está de agotar la velada, la cara novedosa de Santiago, aquella que por primera vez se ponía a prueba, se hace presente y sale victoriosa haciendo gala de su versatilidad. El segmento de cumbia se lleva el baile de una legión de jóvenes adultos que, con bastante seguridad, vivió la mayoría de los boliches de su adolescencia en los rincones. Algunos, sentados, siguen allí. Para otros, el ritmo de La Orquesta Fugitiva que ahora toma el escenario se vuelve irresistible. “No Hay Lugar Para Nadie Más”, “Bandera Blanca”, “El Fuego Cálido” y “Tonto Corazón” estallan el Coliseo.

 

Sin embargo, uno de los momentos más hermosos y de mayor afecto se lo llevó el segmento folclórico. Anabella Cartolano subiría luego para interpretar “Bajo Las Sombras” y pondría palabras a la conmoción de todos los presentes: “¿Cómo hago para cantar después de esto?”. Es que para interpretar “Un Día No Vas a Estar”, Santiago invita a su hermano Facundo Barrionuevo y a su padre, Felipe. Y el juego tierno de la genética y las apariencias se despliega en escena con el poder del linaje, la tradición y el amor tímido que las 3 voces elevan en el aire del teatro. Esta faceta es única e irrepetible, Santiago Barrionuevo, hijo y hermano. Más vida, que obra.

Okupas termina por materializarse cuando Ariel Staltari, el amadísimo Walter, salta al escenario y con la verborragia tan carismática como insoportable de su personaje se sienta en la batería para descorchar “(I Can't Get No) Satisfaction”. Pero claro, siempre inquieto, entiende que ese no es su lugar. La posición correcta será, entonces, la de él de pie, bailando rolinga frente a un público enardecido que ve frente a sus ojos la transformación de ese mítico baile de cable a VHS, de DVD a YouTube y de Netflix a Teatro Coliseo. Un recorrido de más de 20 años.

Mirá nuestra entrevista exclusiva con Santiago Motorizado sobre la creación de la banda sonora de Okupas.

Sin embargo, la sorpresa más celebrada está guardada en el final de este viaje. Aquella cara de mayor familiaridad, la del célebre cantante de El Mató a un Policía Motorizado, aparecerá para interpretar algunos de los temas que entraron en Okupas y otros que no. Toman un costado reservado, salen sólo de la voz y la guitarra. El final de la noche lo tendrá frente al público haciendo un cancionero de la banda, que a esta altura podría durar horas. Pero Santiago está apurado, se tiene que ir por una puerta que tiene a su costado y que le genera cierta ansiedad. No sabemos si es porque desplegará un pequeño segmento teatral o porque tiene que decir que viene de parte de Bruno Stagnaro, para que aparezca el temido Negro Pablo (Dante Mastropierro). Y así, lo invite a pasar, asegurándole que cayó con gente buena, entre gritos, aplausos, risas y advertencias: “No Santi, no te metas ahí”.


 

“La Otra Ciudad”, la última canción original de El Mató contiene la frase, “un secreto para mí”. Y así nos sentimos todos los presentes en el Teatro Coliseo. Nos fuimos con la sensación de haber asistido a una gala irrepetible, a una gran celebración que por grande no pierde la intimidad y la pequeñez que tanto caracteriza a este mundillo. Nos fuimos con el tesoro del acontecimiento y la nostalgia de lo excepcional. No volveremos nunca. Nos fuimos, definitivamente, con todo aquello que fuimos a buscar y un poco más. Nos fuimos con el artista que se presentó… y también con la persona que conocimos.


Por Piero Napoli


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