Reseña: "The Slow Rush" de Tame Impala

El viaje sonoro de la banda desde el rock psicodélico hacia los dejos de pop son más claros que nunca. La única pregunta es si lo bailamos y la respuesta es que sí.

El cuarto álbum de estudio de Tame Impala deja en evidencia el viaje creativo de Kevin Parker desde el rock psicodélico de Innerspeaker hacia esta versión más pulida y pop que logramos entrever en The Slow Rush. El ejemplo perfecto es la obsesión de Parker con retocar uno de los primeros singles de este disco, Borderline, y rehacerlo para el disco: un movimiento que teniendo en cuenta el éxito de la versión original podría haber resultado en un desastre, porque el cambio es ampliamente notorio. En sus palabras, la segunda versión suena como él creía que la primera sonaba desde un principio: un tempo más acelerado, bajos acentuados, 30 segundos más corta y con la psicodelia sonora característica de la banda subyacente bajo capas y capas de superposición de sonidos que, en la segunda versión, son mucho más ostensibles que en la primera. Pero ¿Qué pasó? ¿Qué cambió entre este proceso creativo y los anteriores? ¿Cómo llegó esta banda de rock psicodélico de Australia a ser headliners de Coachella y Lollapalooza? Sin tapujos, el mismo frontman de Tame Impala afirma haber salido de su zona de confort y haber dejado de lado muchas de sus convicciones para poder crear este álbum.

 

The Slow Rush oscila entre los sonidos suaves y las melodías bailables como ningún otro disco de la banda, virando en dirección a ritmos poposos y melodías pegajosas al punto de que en las presentaciones en vivo Parker ha dejado de tocar la guitarra en varias canciones del álbum. Y lo admirable de esto es que a ninguna canción le falta el sonido característico de Tame Impala: sonidos psicodélicos, interludios, melodías setentosas y la voz suave de Kevin Parker guiándonos a través del proceso.

 

One More Year no es solo el primer track de este álbum, sino el que nos introduce a esta nueva versión de la banda. Sin dejar atrás su tempo característico, la progresión de coros e incorporación de sonidos graduales a lo largo de la canción, casi ni nos damos cuentas de que estamos a punto de entrar en un mar de estribillos pegadizos que no vamos a poder parar de repetir por días. Las pistas están todas frente a nosotros, más bajo y menos guitarra, y la voz de Parker que nos llega como entre oleadas y ecos que repiten el título de la canción. Hacia el final de la canción la melodía se vuelve lo suficientemente movida como para que nos demos cuenta de dónde estamos, y por si quedaba alguna duda, Instant Destiny y Borderline lo confirman.

 

Quizás los dos temas que conserven en mayores cantidades el gen sonoro de Tame Impala sean Posthumorous Forgiveness, uno de los adelantos de The Slow Rush, y Breathe Deeper, que podrían ser descriptas como pequeños álbumes dentro del álbum, con una seguidilla de sonidos con subidas y bajadas que nos recuerdan a Let It Happen y nos dejan con la misma sensación de infinidad: ¿Cómo que todo esto fue solamente una canción? Breathe Deeper, sin embargo, capta con más profundidad los cambios en la producción de este material con Parker negando afirmaciones con el pegadizo y algo altanero “I can, believe me, I can, believe me, I can”. Pero para que no nos dejemos llevar del todo, el postludio de la canción nos devuelve a dimensiones conocidas con una base instrumental mucho más fuerte que el resto de la canción.

 

Tomorrow’s Dust mantiene el ritmo lo suficiente como para que, en el siguiente tema, On Track, sea el propio Parker el que nos aclare que, estrictamente, sigue en camino, antes de llevarnos a la que posiblemente sea la canción más bailable y pegadiza de todo el álbum: Lost In Yesterday. El video de la canción nos muestra un salón de fiestas lleno de invitados para un casamiento en los 70s y a Tame Impala encargados del entretenimiento del evento, pero a medida que la cámara gira nos vamos encontrando en diferentes bodas con algunos personajes que cambian y otros que se repiten. Y realmente parece una canción sacada de otra época, de no ser por lo estilizado de los fade entre estrofas y lo pulido y amalgamado de los sonidos que conforman esta melodía realmente podría haber pertenecido a otro momento histórico.

 

Por si nos quedamos con ganas de viajar en el tiempo, Is It True nos lleva sin escalas al ritmo de un bajo bien marcado a los 80s, con un estribillo que se podría bailar en cualquier boliche de la época y pasar completamente desapercibido entre el resto de las canciones.

 

En It Might Be Time, Parker se cuestiona su propio envejecimiento. En una canción que habla de que lo que antes nos gustaba deje de parecernos interesante, nos encontramos con el gen de Tame Impala intacto. Es una contradicción, una voz que nos dice “ya no sos tan cool como antes” sobre sampleos tan característicos de la banda que esta canción podría haber formado parte de Lonerism, hace casi diez años. Nos queda preguntarnos si este cambio en el sonido, de a momentos casi imperceptible pero que al nivel de atención al detalle que Parker pone en sus producciones puede parecer un abismo, le está generando cierto remordimiento. De Australia a Coachella en diez años pero ¿A qué costo?

 

Glimmer nos da la bienvenida con una grabación que dice “El bajo, copado ¿Sabés cómo hacer que suene mejor? Subilo” y un poco parece la frase de cabecera de The Slow Rush. Esta canción en particular es lo que hubiese resultado de un proyecto de Parker como DJ. Casi no hay voces, sólo una frase susurrada en forma aislada cada tanto, seguida de ecos, a la distancia, y una melodía instrumental muy dance. Una canción corta y movida, que es posiblemente el antónimo de un proyecto de Tame Impala.

 

One More Hour recibe de forma casi apocalíptica las guitarras y baterías, junto a sonidos casi salidos de una película de ciencia ficción en el epicentro de la canción. Pero el cierre de este CD tiene algo más que el sonido de Tame Impala impreso por todos lados: la frase de apertura suena mucho a una revisión de Keep On Lying, de Lonerism. Si volvemos en el tiempo a esta canción de 2012, nos encontramos con una historia tristísima: Parker es incapaz de decirle a su pareja que ya no la ama, por lo que promete hacerlo cuando termine la canción, frase que se repite en fade durante varios minutos sólo para abrir paso a un interludio instrumental ¿El resultado? Evidentemente no fue capaz de decirle nada. De la misma manera, One More Hour nos recibe con la frase “Un momento antes de que el canto termine, no tuve el valor suficiente para decirte que no habrá otra oportunidad.” La canción intercala el romance con la necesidad de soledad y el balance entre ambos, un tema recurrente en la discografía de los australianos. Así como One More Year nos dio la bienvenida a un nuevo sonido, One More Hour nos recuerda los inicios de la banda con la misma precisión.

 

En un álbum que reitera la necesidad de soltar sin olvidar, de avanzar hacia el futuro sin olvidar el pasado, pero al mismo tiempo sin permitir que éste se convierta en una carga, la tapa del álbum y de todos los singles comienzan a tener sentido como un todo: habitaciones coloridas llenas de arena, que no son más que las arenas del tiempo. Y si había una forma mejor de captar todo esto en una simple imagen que la que Parker eligió para la estética de The Slow Rush, la misma no parece estar a la vista por ningún lado. Incluso el título del trabajo discográfico hace referencia a ello.

 

Slow Rush es una contradicción, dos palabras opuestas: uno no puede apurarse lentamente ¿O sí? Al fin y al cabo, ¿No es eso lo que todos hacemos cada día? Nos movemos lenta y rápidamente hacia el futuro en forma simultánea, y si hay algo que no podríamos controlar, aunque quisiéramos, es el tiempo. Estamos a su merced, pase lo que pase. Kevin Parker entendió esto y decidió desmenuzarlo y diseminarlo por todo el CD de a pedacitos de forma que la información nos vaya llegando de a poco y, al llegar al final del camino, al llegar a esa última hora más, todas las piezas del rompecabezas se unan y podamos ver la imagen completa más claramente.

 

Las referencias al pasado y al presente, a los cambios, al tiempo: el viaje en el cual Tame Impala se embarcó para llegar adonde está hoy está completado, ahora todo tiene sentido. Las convicciones que Parker dejó de lado, los modos experimentales de crear sonidos, su inspiración de trabajar con artistas que escapan a los géneros musicales como Travis Scott: todo tiene sentido ahora que llegamos despacio pero apurados.

 

Por Lara Gschwind.


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