RESEÑA: La Música de mi Vida de Gurinder Chadha

Atravesada por los himnos de Bruce Springsteen, la historia logra salirse de la pantalla y cautivar a los espectadores desde un lugar conocido para cualquier melómano ¿A quién de nosotros no lo salvó la música?

La Música de mi Vida, dirigida por Gurinder Chadha, tiene la ecuación perfecta para agradar a los espectadores: está ambientada en los 80s, cuya cultura popular renació en los últimos años generando fascinación en las nuevas generaciones; es una historia de salvación de un joven que logra liberarse para seguir sus sueños; y, la más importante, es una historia real, la de Sarfraz Manzoor, lo cual hace que sea mucho más fácil identificarse con ella.

 

La película cuenta la historia de Javed, un adolescente hijo de inmigrantes pakistaníes en Inglaterra, que sueña con dos cosas: escaparse del pueblo donde vive y escribir. Pero por el peso de la tradición en su familia y una figura paterna autoritaria que sostiene que lo importante es ganar dinero y que escribiendo nunca lo lograría, se ve atrapado en un mundo que no le produce ninguna alegría. Hasta que un día conoce a otro joven que le recomienda que escuche a Bruce Springsteen, lo cual cambia totalmente la visión que Javed tenía de su vida y sus perspectivas a futuro.

 

Desde ese momento, la vida de Javed comienza a girar en torno a El Jefe. Sus letras se transforman en su lema de vida, sus looks se convierten en su forma de vestirse, y su música se vuelve inspiración para lograr sus objetivos. Quizás el mejor ejemplo de esto es una escena en la cual Javed y su amigo Roops son forzados a abandonar la mesa que ocupaban en un bar en medio de un episodio de discriminación racial, olvidando en ella un videocassette de Springsteen. Cuando vuelven a recuperarlo, deben enfrentarse a quienes los expulsaron en primer lugar, y lo hacen cantando suya, para sorpresa de todos los presentes.

 

La trama logra abordar numerosas cuestiones en las cuales la música y el simbolismo de la misma como salvadora de los jóvenes, capaz de volver optimistas a los más incrédulos, funciona a la perfección como hilo conductor. Tensiones raciales de hace 40 años que bien podrían ocurrir en el presente; el peso de las expectativas familiares; el miedo de rebelarse e independizarse para seguir un sueño; crisis económica; amores y desamores; todo atravesado y unido cuidadosamente por la voz de Springsteen a través de unos auriculares conectados a un walkman.

 

La cualidad de la música de llevarnos a otro lugar se cuela a lo largo de todo el film tanto en forma obvia, apareciendo las letras de las canciones en pantalla alrededor de los personajes, como gritando ¡Acá estamos, danos bola!, como de manera casi imperceptible, de cuyo caso es un buen ejemplo el momento en el que Javed concurre a una fiesta donde no se sentía cómodo, pero la situación cambia una vez que se pone los auriculares y suena su artista favorito.

 

La historia en sí no es muy diferente de la de cualquiera de nosotros ¿Quién no encontró en un artista, un álbum o una canción, la respuesta a sus inquietudes? Es por eso que el film logra salirse de la pantalla para envolver al espectador, es allí donde radica su fuerza: todos fuimos Javed en algún momento de nuestras vidas.

Por Lara Gschwind.


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