Noel Gallagher en Luna Park: pájaros que vuelan alto

El mayor de los hermanos Gallagher volvió a Argentina por tercer año consecutivo con una propuesta superadora.

Cuando en el año 2011, luego de la traumática separación de Oasis, Noel Gallagher bautizaba a su nueva banda como los High Flying Birds, alguien pudo haber pensado que apelaba a su tan célebre arrogancia. Comenzar de cero, después de la anunciada hecatombe, no podía ser una labor sencilla. Pero el hermano mayor demostraba entereza y nos advertía: estos pájaros vuelan alto (o volarán). Lo que presenciamos el domingo en el Luna Park se trató de eso, de la consolidación férrea de la visión que tuvo Noel para su banda solista.

El espectáculo queda perfectamente enmarcado dentro de un enorme par de paréntesis, que además significan una avanzada de argumentos contundente. Lo primero que escuchamos antes de la salida al escenario es “It’s All Too Much” de los Beatles, en una versión que se extiende hacia el final y deja relucir solo los chillones sintetizadores. Corte en seco y con la banda ya en escena arranca “Fort Knox” para despejar la única duda previa al espectáculo: cómo sonarán las canciones nuevas.

Noel se encarga de demostrar el potencial de Who Built the Moon? más temprano que tarde. El tercer álbum de su carrera solista fue recibido con cierto grado de desconcierto, pero en el Luna Park fue el encargado de dotar al espacio de una atmósfera sideral, puramente sustentada en los músicos. Ni siquiera es una cuestión de puesta en escena. Los High Flying Birds se presentan como una familia (o una bandada), frente a un telón blanco. Y es más que suficiente. Es así como siguen “Holy Mountain”, “Keep On Reaching” e “It’s a Beautiful World”.

Sin embargo, cuando arranca “In the Heat of the Moment” es que comprendemos nuestra situación en plenitud. El público recibe el primer sencillo de Chasing Yesterday, segunda placa del inglés, como un viejo clásico. Es el tema encargado del primer estallido masivo del Luna Park. Y ahí nos damos cuenta. No vinimos a ver a Oasis, no vinimos a ver a su ex – compositor. Ni siquiera la presencia de Gem Archer en guitarra y Chris Sharrock en batería nos evoca a esa sustancia. Tampoco vinimos a ver al mayor de los Gallagher. Vinimos a ver a Noel y sus High Flying Birds y a partir de esa toma de consciencia todo se desarrollará con una fluidez taxativa.



Siguieron “If I Had a Gun…” y “Dream On”, para luego dar con el primer tema de Oasis, ya pasada la media hora del recital. “Little by Little” fue dedicada a todos los que estuvieron en el mítico recital del 2009, en la cancha de River meses antes de la separación. Pero Noel lo dice con una nostalgia particular, como si se tratara de la vida de otro y no la del hombre sobrio, de negro y de evidente madurez que tenemos enfrente.

Sin embargo, sabemos que es él. Lo reconocemos por la calidez y el afecto que siempre le tuvo al público argentino y que demuestra al decirnos: “esta la tocamos nada más que una vez, en Manchester, así de especiales son ustedes”. Así suena “The Man Who Built the Moon” que al terminar deriva en el momento más íntimo del recital. Con la acústica colgada, Gallagher entona “Dead in the Water” y una versión “a lo Noel” de “Supersonic”, la canción que lo inició todo hace 24 años.

La gente pide a gritos “Live Forever” y desde el escenario hay una respuesta parcial: “yo arranco y ustedes siguen”. Es la demostración más contundente de las intenciones de Noel Gallagher tanto para su vida artística como personal. No soy Oasis y si toco un tema de Oasis es porque realmente quiero tocarlo. El público lo entiende bien. De hecho, el pedido del clásico se siente casi burocrático e inmediatamente volvemos al último disco con “Be Careful What You Wish For” y “She Taught Me How to Fly”.

El último matiz entre los High Flying Birds y Oasis se da a partir de una melancólica seguidilla de clásicos: sonaron “Whatever”, “Half the World Away” y “Wonderwall”. Pero ninguno de ellos fue tan festejado como el tema que precedió al encore, ni siquiera el hit más grande de los ’90. Con “AKA… What a Life!” Noel promedió la hora y media de recital y el público deliró completamente. Estaba todo dicho. Como mencione antes, entendimos desde el principio en donde y con quien estábamos.

El encore arrancó con una versión exquisita de “The Right Stuff” para luego escuchar el sampleo de batería de “Go Let It Out”, el clásico que convocó al pogo más grande de la noche y en donde los miembros debutantes de la banda demostraron su más sincero asombro por la locura del público argentino. Pero luego del desenfreno, la calma de la versión acústica de “Don’t Look Back in Anger” buscó evocar aquella mítica noche del 2009, noche que los miembros de Oasis reconocen revisitar en YouTube cuando tienen tiempo.

El recital se cierra con el gran paréntesis que falta. Noel Gallagher decide que lo primero que escuchemos sea “It’s All Too Much” y que lo último sea “All You Need is Love”, canciones que son consecutivas en Yellow Submarine. La versión trae clima de fiesta, de despedida alegre. Pero también es el mensaje más sólido y serio que nos llevamos del Luna Park. Noel propone un nuevo round del debate de los ’90 acerca de la grandeza de Oasis en relación a los Beatles. Pero esta vez repensado a los tiempos que corren. Mi música puede estar entre medio de dos canciones de los Bealtes porque Oasis fueron sus herederos. Pero Oasis no existe más y yo les acabo de demostrar que soy lo suficientemente grande como para haberlo superado. Y si yo lo pude superar, ustedes también pueden.

Crónica: Piero Nápoli
Fotos Luna Park: Gusi Ramone
Fotos Rosario: Giulia Antonelli










Comentarios