Monsters of Rock 2017: El alivio metalero
Mustaine y compañía se encargaron de cerrar la octava edición del festival, calmando las ansias de los fanáticos del metal.
El 2017 está llegando a su fin, y tranquilamente podríamos decir que fue uno de los años más cargados de recitales en lo que respecta a esta última década. A pesar de la segunda edición del Maximus Festival y algun que otro show aislado, los amantes del metal se encontraban con hambre de más, y comenzó a correrse la voz del retorno del Monsters of Rock a nuestro país.
Tras la séptima edición en Ciudad del Rock en 2015 (con Judas Priest, Ozzy y Motorhead a la cabeza), se corrió el rumor de que este año King Diamond formaría parte de la edición 2017 del festival. Los meses transcurrieron sin ninguna confirmación, hasta que finalmente se develó la grilla final con Megadeth, Anthrax y Rata Blanca como platos fuertes.
Los alrededores de Tecnópolis comenzaron a llenarse desde temprano, en lo que fue una tarde fresca, pero soleada. En las afueras, el mismo escenario de siempre: vendedores de parches intentando hacer un mango, fanáticos sin entrada dando el último manotazo de ahogado, y aquellos que deciden ponerse a tono antes de entrar tomando una cervecita o dos.
Una vez dentro, el predio se divide en dos secciones. Por un lado el 'patio', donde se encuentran los foodtrucks, los puestos de merchandising y alguna que otra actividad recreativa, y por otro lado el microestadio, donde ya se encuentran tocando las bandas. Como un comentario personal, celebramos la utilización del predio para este tipo de festivales, que permite a los fanáticos relajarse en un espacio seguro y amigable, con comida de calidad y varias actividades recreativas a aquellos que quieren tomarse un descanso entre bandas. Punto para la organización.
El microestadio cuenta con una capacidad similar a un Luna Park o un Malvinas y parece ser un espacio ideal para recitales de mediano calibre, ya que brinda una buena visión desde cualquier ubicación en la que se esté, y cuenta además con un buen sistema de ventilación, que aunque parezca algo menor, no todos los estadios tienen, y en shows como estos (en verano y con mucho agite) esto se convierte en algo crucial.
La tarde comenzó con las presentaciones de Plan 4 y Vimic (la banda de Joey Jordison) que logró ir calentando al público para lo que serían los platos fuertes del día.
Pasadas las 18:00hs, el microestadio comenzó a llenarse para recibir a Anthrax. La banda dio un show poderoso, pero con un set relativamente corto (tan sólo 9 temas) dejando a los fanáticos con ganas de más.
Ya con el sol cayendo en el predio de Vicente López, llegó el turno de Rata Blanca, quien tocó varios clásicos frente a un público tibio. Cabe aclarar que a pesar de haber generado algo de polémica en las redes (ya que muchos criticaron la decisión de la organización en ponerlos después de Anthrax) la banda recibió gran respeto de parte del público. El mismo Walter Giardino tomo nota de esto y agradeció al público presente.
Una vez terminada la presentación de Rata, llegó el momento más esperado. Con un estadio repleto y un público ansioso, las luces se apagaron una vez más para recibir al colorado más querido en Argentina. En esta visita, Mustaine viene acompañado de Kiko Loureiro (ex Angra) en guitarra, Dirk Verbeuren (ex Lamb of God) en batería y Dave Ellefson en bajo.
Tras 26 shows en nuestro país, a lo largo de 11 visitas, no hay mucho que decir. La banda abre su show con 'Hangar 18', y de manera automática el público se levanta, inaugurando un salvaje pogo que duraría a lo largo de toda la noche (con apenas un breve respiro en 'A Tout le Monde'). El set tuvo pocos cambios en comparación a visitas anteriores, pero cabe destacar que fue relativamente largo para estar dentro de un festival (la banda tocó 20 temas, al igual que su visita al Luna Park en 2015).
El amor entre Dave y su público es mutuo y a esta altura no hay mucho más para decir, pero aun así el colorado le dedica varios momentos a su gente: "Sus caras van a ser las últimas que veamos antes de volver a nuestras casas" dice Mustaine, quien decidió cerrar la gira en nuestro país.
Esta visita de la banda posiblemente no se posicione entre las más memorables, pero definitivamente dejó a su público satisfecho. El Monsters of Rock cerró su octava edición con una de las bandas más queridas por los argentinos, y logró crear un ambiente ideal para la hermandad metalera, que, fiel a su estilo, seguirá dando el presente cuando haya que darlo.
Tras la séptima edición en Ciudad del Rock en 2015 (con Judas Priest, Ozzy y Motorhead a la cabeza), se corrió el rumor de que este año King Diamond formaría parte de la edición 2017 del festival. Los meses transcurrieron sin ninguna confirmación, hasta que finalmente se develó la grilla final con Megadeth, Anthrax y Rata Blanca como platos fuertes.
Los alrededores de Tecnópolis comenzaron a llenarse desde temprano, en lo que fue una tarde fresca, pero soleada. En las afueras, el mismo escenario de siempre: vendedores de parches intentando hacer un mango, fanáticos sin entrada dando el último manotazo de ahogado, y aquellos que deciden ponerse a tono antes de entrar tomando una cervecita o dos.
Una vez dentro, el predio se divide en dos secciones. Por un lado el 'patio', donde se encuentran los foodtrucks, los puestos de merchandising y alguna que otra actividad recreativa, y por otro lado el microestadio, donde ya se encuentran tocando las bandas. Como un comentario personal, celebramos la utilización del predio para este tipo de festivales, que permite a los fanáticos relajarse en un espacio seguro y amigable, con comida de calidad y varias actividades recreativas a aquellos que quieren tomarse un descanso entre bandas. Punto para la organización.
El microestadio cuenta con una capacidad similar a un Luna Park o un Malvinas y parece ser un espacio ideal para recitales de mediano calibre, ya que brinda una buena visión desde cualquier ubicación en la que se esté, y cuenta además con un buen sistema de ventilación, que aunque parezca algo menor, no todos los estadios tienen, y en shows como estos (en verano y con mucho agite) esto se convierte en algo crucial.
La tarde comenzó con las presentaciones de Plan 4 y Vimic (la banda de Joey Jordison) que logró ir calentando al público para lo que serían los platos fuertes del día.
Pasadas las 18:00hs, el microestadio comenzó a llenarse para recibir a Anthrax. La banda dio un show poderoso, pero con un set relativamente corto (tan sólo 9 temas) dejando a los fanáticos con ganas de más.
Ya con el sol cayendo en el predio de Vicente López, llegó el turno de Rata Blanca, quien tocó varios clásicos frente a un público tibio. Cabe aclarar que a pesar de haber generado algo de polémica en las redes (ya que muchos criticaron la decisión de la organización en ponerlos después de Anthrax) la banda recibió gran respeto de parte del público. El mismo Walter Giardino tomo nota de esto y agradeció al público presente.
Una vez terminada la presentación de Rata, llegó el momento más esperado. Con un estadio repleto y un público ansioso, las luces se apagaron una vez más para recibir al colorado más querido en Argentina. En esta visita, Mustaine viene acompañado de Kiko Loureiro (ex Angra) en guitarra, Dirk Verbeuren (ex Lamb of God) en batería y Dave Ellefson en bajo.
Tras 26 shows en nuestro país, a lo largo de 11 visitas, no hay mucho que decir. La banda abre su show con 'Hangar 18', y de manera automática el público se levanta, inaugurando un salvaje pogo que duraría a lo largo de toda la noche (con apenas un breve respiro en 'A Tout le Monde'). El set tuvo pocos cambios en comparación a visitas anteriores, pero cabe destacar que fue relativamente largo para estar dentro de un festival (la banda tocó 20 temas, al igual que su visita al Luna Park en 2015).
El amor entre Dave y su público es mutuo y a esta altura no hay mucho más para decir, pero aun así el colorado le dedica varios momentos a su gente: "Sus caras van a ser las últimas que veamos antes de volver a nuestras casas" dice Mustaine, quien decidió cerrar la gira en nuestro país.
Esta visita de la banda posiblemente no se posicione entre las más memorables, pero definitivamente dejó a su público satisfecho. El Monsters of Rock cerró su octava edición con una de las bandas más queridas por los argentinos, y logró crear un ambiente ideal para la hermandad metalera, que, fiel a su estilo, seguirá dando el presente cuando haya que darlo.