Keane en Movistar Arena: Encontrando la Simetría Perfecta

En una noche que recorrió toda la carrera de la banda e intercaló melancolía y alegría por igual, todas las expectativas fueron superadas.

Cuando las luces se apagaron a las nueve en punto en el nuevo Movistar Arena en la ciudad de Buenos Aires, ninguno de los presentes se esperaba el show que vendría a continuación. Los integrantes de Keane, con Tom Chaplin a la cabeza, salieron al escenario y saludaron al público que los recibió a gritos, desde tribunas llenas y un campo abarrotado. La propuesta de la banda fue ambiciosa y se encargaron de cumplir con las expectativas que generaron: se venía el show más largo de su carrera.

 

A lo largo de la noche se intercalaron los hits más grandes de la carrera de los ingleses, con un setlist iniciado por Disconnected y que se encargó de incluir a todas las canciones más conocidas de la banda junto a los temas de Cause & Effect, el último álbum de la banda para cuya promoción iniciaron la gira que los trajo de nuevo a Buenos Aires.

 

Le siguieron Bend and Break y Silenced by the Night, clásicos indiscutidos de la banda, y luego Phases y Put the Radio On, de reciente lanzamiento. Cuando llegó el turno de Is It Any Wonder? ocurrió lo que muchos no se esperaban y que demostró de qué está hecho el público argentino y por qué todos los artistas deciden volver una y otra vez a nuestras tierras: un campo enloquecido que estalló en pogo.

 

Anecdóticamente, Chaplin hizo referencia al reencuentro de la banda al presentar Strange Room, que dos años antes había sido la canción elegida por Tim Rice-Oxley para mostrarle la música en la que había estado trabajando y que lo convenció de reunir a la banda nuevamente para preparar otro álbum juntos. A continuación, miles de luces se encendieron en todo el estadio: había llegado el momento de prender los encendedores, en versión años dos mil, con los flashes de los celulares de todos los presentes, para acompañar la melodía melancólica de esta canción.

 

Los clásicos de la banda siguieron intercalándose con su último material, con Leaving So Soon?, Stupid Things y She Has No Time, durante la cual Chaplin dejó boquiabiertos a todos los presentes con su voz, y logró meterse en el listado de los pocos artistas que suenan mejor cantando en vivo que en grabaciones. En una época caracterizada por el exceso de autotune, los retoques digitales y la plasticidad del sonido, uno puede llegar a olvidarse de esa sensación maravillosa que produce la voz de un cantante cuando resuena dentro de la cabeza del oyente como si fuera su propia voz, pero si quedaba alguna duda de lo que el frontman de Keane era capaz quedó totalmente despejada luego de esta jornada.

 

Luego de esta balada capaz de conmover a los más duros y llevarlos al llanto, llegó el momento de levantar la energía de nuevo, con Spiralling y Perfect Symmetry, del álbum homónimo de la última, separados por un “Olé olé olé, Keane” que Chaplin acalló entre risas. Le siguieron otros dos clásicos, en este caso pertenecientes a Under The Iron Sea: Try Again y Nothing in my Way.

 

Pero todavía quedaba mucho por delante: You Are Young, A Bad Dream, Love Too Much, This Is the Last Time, Bedshaped, The Way I Feel y Somewhere Only We Know dieron el cierre a la primera parte de la noche, en la cual no faltaron ocasiones para que Chaplin se dirigiera directamente al público y, además de preguntarles si la estaban pasando bien y diciéndoles que se diviertan, también le hizo saber por qué les gusta tanto pisar suelo argentino. La respuesta es simple: en sus palabras, cada vez que vienen los reciben como si fueran los Rolling Stones o los Beatles, los fans los reciben en el aeropuerto y los siguen a las estaciones de radio, además de esperarlos en la puerta del hotel durante el tiempo que se hospeden en la ciudad y, un dato no menor, ya les habían regalado alrededor de cincuenta potes de dulce de leche desde que llegaron al país.

 

Con el carisma que lo caracteriza, hasta se tomó la libertad de chicanear al público con la histórica rivalidad de argentinos y chilenos, diciendo que el lugar con el público más ruidoso que habían estado era Chile, y retando a los presentes a que los superaran coreando con él. Por supuesto, la victoria del público argentino, enloquecido ante el reto, fue avasallante.

 

El encore cumplió con la promesa esgrimida al principio de la jornada, con I Need Your Love, The Lovers Are Losing, Crystal Ball y Sovereign Light Café, Keane dio el show más largo de su carrera: 26 canciones y alrededor de dos horas y media de música ininterrumpida más tarde, habían roto su propio récord y le habían regalado al público argentino una experiencia increíble.

 

Un setlist completo, que abarcó toda la carrera de los ingleses y caracterizado por iguales grados de melancolía y música bailable perfectamente entrelazada, dejó la sensación de que realmente no había faltado nada y que todas las expectativas habían sido ampliamente superadas. La organización del estadio es otro punto a destacar, ya que previendo la desorientación de los asistentes al evento a la salida del mismo se habían encargado de enviar personal del staff con carteles que indicaban la dirección de las calles aledañas al recién inaugurado Movistar Arena.

 

Los cinco años que pasaron separados entre 2014 y 2019 no se hicieron notar para nada: una performance bien aceitada, un nuevo material excelente y bien recibido por el público y, lo más importante, la constante sensación de que los miembros de la banda la estaban pasando tan bien arriba del escenario como el público. Tras quince años de carrera encima bien llevados y muchos hits arrasadores más tarde, los oriundos de East Sussex demostraron que dejarlo todo en el escenario es sólo una parte de la mística de la música en vivo. Conectando con el público en todo momento, metiéndosele bajo la piel y haciéndole sentir lo que quisieran transmitir con sus melodías, mutando entre lo alegre y lo nostálgico con total naturaleza, recorriendo una discografía completa y haciendo que las canciones se intercalaran tan bien que era imposible que el espectador se perdiera en este viaje en el tiempo: Keane encontró la simetría perfecta.

 

 

Por Lara Gschwind.
Fotos: Cortesía Move Concerts / Gallo Bluguermann


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