GREEN DAY EN VELEZ: La noche en la que todo quedó perdonado

Tras 7 años de ausencia, Green Day volvió a suelo Argentino y nos regaló una de las fiestas más grandes del año.

Fotos: Tomás Correa Arce / Crónica: Santino

La relación de Green Day con Argentina es un tanto particular. Su primer show en nuestro país fue en 1998 en Parque Sarmiento. Los Ramones hicieron su despedida en River en el 96, los fanáticos del punk, devastados, necesitaban una banda para llenar el vacío que habían dejado los "monchos" y Green Day parecía ser la elegida. Jóvenes, quilomberos, y con ya una buena cantidad de hits encima. Luego de esas dos fechas explosivas en Parque Sarmiento, la alegría reapareció nuevamente en el corazón de los argentinos, con la esperanza de poder verlos volver cada 1 o 2 años (tal como hacían Los Ramones), pero la oportunidad fue desaprovechada, y tuvieron que pasar 12 años para que Green Day baje nuevamente a sudamérica.

La banda tocó aquella vez en el marco de un festival, para un público más masivo, acorde al discazo que venían a "presentar", '21st Century Breakdown'. Una vez más nos comimos el amague y nos creímos las palabras que Billie Joe nos dijo en 2010. "This could be the best show of our fucking lives, right now", y "Argentina, this is our home". La historía se repitió, y esta vez tuvieron que pasar 7 años para que los podamos volver a ver. Esto le hace preguntarse a uno ¿por qué una banda que parece disfrutar tanto los shows en tierras latinas, viene tan poco? Vamos a a apuntar a la opción más simplista de todas y suponer que se dio por una falta de ofertas comerciales, nada más.

La mañana del viernes arranca sin una sóla nube en el cielo y una linda brisa (a pesar de las idas y vueltas del pronóstico, que aseguraba que iban a caer algunas gotas). Las veredas de Vélez están colmadas de fanáticos con remeras de Green Day, Los Ramones o Misfits. El horario de apertura de puertas está programado para las 16hs, donde ya cientos de fanáticos se encuentran haciendo fila (algunos, con hasta más de un día de anticipación).  Con algo de demora, las puertas finalmente se abren, y los fanáticos comienzan a acceder a paso discreto a través de los accesos del estadio para no llamar la atención de la gente de prevención. Una vez que pisan el campo de juego, las reglas ya son otras: correr o morir, ya que los más veloces van a ser los que se ganen el lugar en la valla.

A las 19hs, puntual comienza el show de Bulldog, que para sorpresa nuestra, tuvo pogos bastante picantes, sobre todo en la parte de adelante. La banda el mes que viene estará tocando en Obras, y shows como estos logran reafirmar su lugar frente al público punk en nuestro país.

Una hora más tarde pisan el escenario los Interrupters, la banda invitada por Green Day, encabezados por Aimee Interrupter (que por momentos nos recuerda a una Joan Jett menos baqueteada). Los californianos dan un show poderoso y divertido, pero menos agitado que el de Bulldog, y como frutillita del postre, los Interrupters invitan a CJ Ramone (que casualmente se encuentra de gira por nuestro país) a cantar ‘California Sun’ con ellos. Lamentablemente CJ tiene su propio show por la noche, porque posiblemente, de no ser así, hubiera subido al escenario con ‘los otros californianos’ que tocarán más tarde.


A sólo minutos de las 21hs comienza a sonar de fondo el himno de los himnos, 'Bohemian Rhapsody'. Hace unos meses se viralizó un video de un recital de Green Day en Londres con los fanáticos británicos cantando dicha canción a todo pulmón. Esta vez, Argentina da su propia versión del tema, pero no sólo con los pulmones, sino con los pies. Llegado el momento del coro, todos en Campo (y también muchos en las plateas) se unieron en una marea de pogo descontrolada. Un espectáculo para la vista. El segundo himno del rock por excelencia es el que suena a continuación, y por segunda vez en la noche se rinde tributo a Los Ramones, ahora con 'Blitzkrieg Bop'. En medio del éxtasis aparece en el escenario el conejo borracho que acompaña a la banda, arengando al público, y mandando algún que otro ‘fuck you’ casual. Antes de que nos podamos dar cuenta, una cabellera azul entra corriendo al escenario y nos da un saludo militar. Tre Cool es el primero en salir, seguido por Mike y el resto de la banda. El último en mostrarse es, por supuesto, Billie Joe Armstrong, quien se para sobre los monitores de sonido en una pose triunfante, y es recibido entre los llantos y gritos del público. Ahora sí, finalmente la banda volvió a nuestro país.

La fiesta se inaugura con la batería de Tre, marcando el ritmo de ‘Know Your Enemy’, el primer tema de la noche. Antes de que arranque la guitarra, el público ya tiene los pies a 15 centímetros del piso, hay globos volando por los aires y agua saliendo despedida de aquellas botellas que desafortunadamente fueron abiertas momentos antes de que comience el show. 

Es sabido por todos que Billie Joe acostumbra a subir fanáticos al escenario para que canten o toquen con la banda, pero la sorpresa llega cuando a los dos minutos de show el cantante ya está buscando alguien en la pasarela: “Necesito alguien que se sepa la letra” . Automáticamente todos alrededor del escenario se entregan a la locura y el campo se convierte en una lotería, en la cual aquellos que madrugaron y llegaron temprano para ir al vallado tienen doble chance de ganar. “Este pibe, acá ¡Vamos!” grita Billie Joe, señalando a un chico de remera roja, el cual abraza al frontman y a cambio recibe un beso en la boca. El micrófono ahora paso a pertenecerle al chico de rojo, quien se canta el tema a la perfección, y momentos más tarde, es alentado por Billie Joe a correrse un picadito por la pasarela y tirarse de cabeza al público.

El show continúa con todos hitazos (relativamente) modernos, dos de su último disco, y tres de American Idiot: 'Bang Bang', 'Revolution Radio', 'Holiday', 'Letterbomb' y 'Boulevard of Broken Dreams', para luego encarar una seguidilla de clásicos. ¿Cómo decide encararlo Billie Joe? subiendo nuevamente al escenario a otro fan. Esta vez es el turno de una chica, a quien le toca cantar 'Longview'. Por momentos la afortunada se olvida la letra y se come alguna que otra puteada del público, aunque la mayoría de los presentes la aplaude y entiende que los nervios y la adrenalina le pueden ganar a cualquiera. Todo queda en el olvido, cuando una vez más, Billie Joe pide redoblantes, y alienta a la chica a tirarse de cabeza al público, que la recibe con los brazos en alto.

Siguen los clásicos: 'Youngblood', '2000 Light Years Away', 'Armatage Shanks', 'F.O.D', 'Scattered', 'Hitchin' a Ride', 'Waiting', 'When I Come Around, 'She' y 'Minority'. El pogo se va poniendo cada vez más salvaje, la banda mira e interactúa constantemente con el público, y Billie Joe “el-de-los-brazos-fuertes”, al igual que en 2010, no para de tirarle flores a los argentinos: “Ustedes sienten la música de la misma manera en que lo hacemos nosotros” / “Este es uno de los mejores shows en nuestra carrera” / “Muestrenle a Brasil como se hace” / "Esta es la audiencia mas hermosa que jamás he visto". Tardó 7 años en volver y posiblemente nos esté dorando la píldora una vez más, pero lo que acabamos de ver hasta ahora bastó para que Billie Joe tenga en este momento a 40.000 personas a sus pies. Y es que el cantante parece genuinamente compenetrado con la gente, destacando en varios momentos del show la escasa cantidad de celulares en el público, y la interacción cara a cara que se está llevando a cabo en esta fiesta.

Ya van dos horas de show, y sabemos que aún falta más, pero afortunadamente tras el demoledor pogo de ‘Minority’, la banda baja un cambio con ‘Are We the Waiting’, para luego engancharla (al igual que en el disco) con uno de los temas más violentos de la noche: ‘St. Jimmy’. Descontrol total.


El momento extraño de la noche llega con ‘Knowledge’, cuando Billie Joe decide cumplirle el sueño a una tercera persona. Luego de una larga búsqueda, parece encontrar al elegido. Un chico robusto y de pelo verde sube al escenario, quien abraza al cantante con un abrazo de oso. A diferencia del fanático anterior, este no recibe un beso en la boca, sino unos lentes de sol de parte de Billie Joe. El fanático responde con una pose canchera, y sorpresivamente, el frontman se muestra negado: “No, no, no. Necesito a alguien más”. En menos de tres segundos (literal) el fanático ya estaba siendo escoltado fuera del escenario por parte de la seguridad de la banda. No podemos evitar sentirnos mal por el pobre pibe de pelo verde, y preguntarnos qué fue lo que ‘hizo mal’, pero tenemos poco tiempo para planteárnoslo, porque Billie Joe ya está buscando otro fanático para reemplazarlo. El elegido es un chico flaquito con pelo oxigenado, al cual Armstrong sube al escenario con sus propias manos y le pide que toque simplemente tres acordes.  El pibe lo hace a la perfección, aunque de manera tímida. Al notar esto, Billie Joe lo toma por los hombros y lo empuja hacia la pasarela para enfrentar a un estadio repleto y disfrutar su momento de fama. Finalizado el tema, y a diferencia de los dos fanáticos anteriores, el cantante no le pide que haga un stage dive, sino que le pregunta su nombre. “Juan” contesta el chico, y a continuación Billie Joe dice las palabras mágicas: “Bueno Juan, podés conservar esta guitarra”. Tras agarrarse la cabeza con lágrimas en los ojos y darle un abrazo al frontman, el pibe Juan se retira por un costado del escenario con su premio, mientras el público corea su nombre. Todos somos Juan.

Tras ese bello momento, el pelo de muchos se eriza con el comienzo de ‘Basket Case’ y nuevamente se desata un pogo infernal, con rondas por doquier. Continúa el festejo con la llegada del ‘cotillón’ para 'King for a Day' (como yapa: Jason se pone a tocar 'Careless Whisper' de George Michael con el saxo, y la gente comienza a corearlo para dejarlo anodadado) y la tan esperada seguidilla de covers: Shout de The Isley Brothers, Always Look on the Bright Side of Life de Eric Idle de Monty Python, Teenage Kicks de The Undertones, Break On Through de The Doors, Satisfaction de los Stones y Hey Jude de los Beatles.


El cuarto y último fanático de la noche sube en ‘Still Breathing’, aunque debemos decir que es posiblemente el más flojo de todos. Ni bien sube, en vez de saludar o abrazar a su ídolo, empieza a señalar al vallado buscando o pidiendo algo. Billie Joe intenta abrazarlo y cantar junto a él, pero el pibe sigue señalando hacia abajo, hasta que finalmente alguien le alcanza una bandera argentina. Para cuando la abre en sus brazos, la priotecnia ilumina el escenario y el tema finaliza. Billie Joe le cede unos segundos el micrófono, en los cuales el fan grita a todo pulmón: “Soy de Tucumán ¡aguante Tucumán! ¡aguante Green Day!”. El micrófono vuelve al cantante, quien una vez más pide un stage dive, pero el fanático titubea durante un largo momento, para luego bajarse tímidamente a un costado, mientras desde el Campo le gritan "¡Saltá, cagón!".

La medianoche se acerca. Los fanáticos debajo del escenario están agotados, y la banda demuestra estar pasando lo mismo, al bajar el tempo para los siguientes dos temas. 'American Idiot' y 'Jesus of Suburbia' y a pesar del cansancio, el público hace un último esfuerzo para no dejar pasar esos temas sin que haya agite en el Campo. 

Tras casi tres horas de show, la tranquilidad vuelve cuando Billie Joe saca su guitarra acústica y comienza a tocar  ‘Good Riddance’. Ya sabiendo que el final se avecina, mientras escuchamos este último tema, nos ponemos a reflexionar lo que acabamos de vivir. La espera fue larga, y ojalá no lo hubiese sido, pero de nada sirve pensar en lo que no se dio. Lo que importa es el presente, y el regalo que la banda nos acaba de brindar. Esta noche, 40.000 personas se irán felices del Estadio Vélez. No sabemos si Green Day volverá en dos, cinco o diez años, pero lo que sí sabemos es que Argentina, al igual que hoy, perdonará todo y los estará esperando con los brazos abiertos para recibir nuevamente este regalo.

Mientras el cielo de Buenos Aires se comienza a cubrir por una lluvia de papelitos con el nombre de la banda y abandonamos nuestros pensamientos, Billie Joe se despide de todos nosotros y le da un cierre a lo que acabamos de vivir con las palabras perfectas y un claro mensaje: “I hope you had the time of your life”. Por nuestra parte sabemos que sí... y nos atravemos a decir que ellos también.

Fotos: Tomás Correa Arce
Crónica: Santino

 




 


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