Babasónicos en Movistar Arena: a donde desearíamos estar

Babasónicos estalló el Movistar Arena con una puesta impactante y una noche llena de clásicos, novedades y emociones

Fotografía: Diego Spivacow

Promediando la hora, en medio de la vorágine, el fervor, la psicodelia, la sensualidad y con todas las expectativas arrasadas, Dárgelos sentenció frente a un Movistar Arena enardecido: “tenemos un nuevo mundo”. La última vez que su banda se presentó en Capital Federal, dos años atrás, el planeta estaba en las vísperas del stop universal y, desde entonces, nada volvió a ser igual. O quizás sí. De eso se trató la noche del 4 de diciembre en Villa Crespo, de revalidar antiguas certezas y confirmar que Babasónicos, en este mundo al igual que en el viejo, sigue siendo la gran apuesta en vivo de Latinoamérica.

De hecho, ¿no es esa la historia de los últimos 30 años? La de un grupo que se reinventa a partir de los contextos y que a su vez conduce el devenir. Algo de esa constante adaptación aparece en los primeros estallidos, con la revelación de una puesta en escena que se va a llevar todas las miradas durante toda la noche. “Bestia Pequeña”, “Carismático” y “Yegua” se fusionan con un show de luces orientado verticalmente, que se dibuja en los extremos del escenario y que es acompañado por una gigantesca pantalla de iguales dimensiones, que surca el telón del fondo al medio. El show está 100% pensado para el formato stories, lo horizontal es parte del pasado.

Así comenzaremos viendo a Adrián Dárgelos, enorme en la pantalla central, erigiéndose como un mentor cyberpunk con un vestuario pincelado por la tradición argentina y alguna que otra vibra importada. El resto de la banda queda sumergida en un escenario cooptado por las luces y las imágenes, y serán contadas las ocasiones en las que Diego Uma, Mariano Roger o incluso Diego Tuñón, tomen protagonismo. Quedan enjaulados en las imponentes columnas lumínicas que cambiarán mil veces de forma y color. 

Rápidamente, el viaje a través de los tiempos de Babasónicos y el tránsito por toda su discografía comienza a tomar forma. No hay un orden, lo que sostiene la lista de temas es la coherencia que han mantenido durante toda su carrera, de la cual siguen haciendo gala con sus últimas producciones. “Escamas” (2008) es seguida por la presentación en Capital Federal de “Suficiente” (2020), por las guitarras incendiadas de “Cretino” (2018) y por la destrucción y el salvajismo de “Sin Mi Diablo” (2003), uno de los puntos altos, con la noche teñida de rojo infierno. Idas y vueltas en el tiempo con total naturalidad, la gran constante en un Movistar Arena que aporta las pantallas LED que lo rodean por dentro para enfatizar climas y paisajes.

Babasónicos continúa oscilando entre hits, estribillos explosivos y exotismo con tal voracidad que de un tirón terminan interpretando 26 canciones. Una verborragia que denota las ansiedades de la quietud pasada. Contados son los momentos que se toma Dárgelos para recordarnos el milagro de estar allí, con un campo de pie, con un número escaso de barbijos y con un aforo del 100%. “Los extrañamos mucho”, “sobrevivimos”, “brindo porque repitamos esto muchas veces más”. Y así se van sucediendo “Ingrediente”, “La Lanza”, “La Pregunta” y “Los Calientes”.

“La Izquierda de la Noche”, el último single y el que ilustra la fecha, se lleva su momento con una timidez que luego será arrasada por “Fiesta Popular”, “Cuello Rojo”, “Pendejo” e “Irresponsables”. La pantalla central se debate entre el vivo de la banda, estrambóticos juegos de cámara, el cantante en todo su esplendor e imágenes psicodélicas que basculan entre siluetas, rostros, animales, malones y demás expresiones del hermoso imaginario tecno natural de Babasónicos, el cual parece no agotarse nunca y siempre encuentra una nueva forma de renovarse. “Estertor”, “Flora y Fauno” y los forajidos de “Desfachatados” comienzan a perfilar el final del show.

El último tramo es una aplanadora de estribillos, ilustrados por un caleidoscopio gigante que se proyecta en la pantalla e hipnotiza a los 15 mil presentes: se lleva gran parte de las historias. En este clima lisérgico, suenan “El Colmo”, “Vampi”, “Risa”, “Los Burócratas del Amor” y “Putita”. Y si bien la banda amaga con abandonar el escenario, las luces no se encienden y el Movistar Arena experimenta el raid final: la hermosísima “Como Eran Las Cosas” (“y sin abrir los ojos nos teletransportamos adonde desearíamos estar… ¡acá queremos estar!”, sentenció Dárgelos) la novedosa “Oportunidad” y la furia de “Once”.

Terminado el show, una breve expectativa de un nuevo retorno se hace presente, pero no sucederá. El recital parece haber sido corto pero es un efecto de la solidez y el vértigo: fueron 29 temas de todas las épocas, en más de dos horas y con una puesta en escena abrumadora, digna del primerísimo nivel de la banda que tuvimos enfrente. En este mundo, en el anterior, en el que vendrá. Babasónicos se traslada a lo largo del tiempo con una legalidad propia y con una máxima que no entiende de pandemias y fines del mundo: hasta el último día la irreverencia, el atrevimiento estético y la mirada estará en el futuro. Y allí llevarán, siempre actualizado, el pasado con el que nunca dejarán de enamorarnos.

Por Piero Nápoli


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