30 Seconds to Mars en GEBA: El Gran Showman

Se acercaban las 21hs, hora pactada para la salida al escenario del ahora duo 30 Seconds To Mars, luego de la intempestiva salida de Tomo Milicevic, ex guitarrista de la banda, en medio de la franja estadounidense de Monolith Tour a mediados de este año. Los fans estaban impacientes ante la demora, llenando el silencio con canciones que variaron entre el tema de Bob Esponja y gritos para que la banda saliera al escenario. No se vieron amedrentados por las fallas que hubo en el sonido durante el show de los teloneros: una interferencia que bien podría haber sido el equivalente auditivo a la lluvia que se puede ver en los televisores cuando se quedan sin señal.



Cuando se apagaron las luces e ingresó Shannon Leto al escenario fue cuando el público estalló: había llegado el momento. A gritos pedían la presencia de su hermano y vocalista de la banda, Jared Leto, que apareció mientras sonaba Monolith. Quienes ocupaban las plateas se levantaron y bailaron con la misma intensidad que el campo, y todo estuvo bien por unos minutos, hasta que durante la intro de Kings and Queens Jared hizo prender todas las luces y frenó el show. Nadie entendía bien qué estaba pasando y el pedido que realizó fue aún más desconcertante: quería que la gente de las plateas bajara al campo. “Paren, paren, paren. ¡Hagan un poco de ruido! Mantengan estas luces apagadas. Quiero invitar a todos los que están en platea a bajar ¿Quieren venir a disfrutar con nosotros acá abajo?”

En sus palabras, veía que la gente la estaba pasando tan bien ahí arriba que quería que se unieran a la fiesta del campo. Lo que vio en el público era real: nadie paró de bailar ni cantar en los escasos minutos desde que había iniciado el show; ya no importaba el frío que minutos antes los había paralizado, ya no importaba nada.

Lo que siguió fueron quince minutos en los que nadie supo bien qué estaba pasando: el escenario había quedado vacío y no se veían signos de que quienes estaban en las plateas estuvieran bajando. El motivo fueron principalmente medidas de seguridad: el personal de prevención no podía autorizar el descenso de tantos fans emocionados porque su ídolo les estaba pidiendo que se acercaran sin órdenes de la productora, y hasta que la situación se resolvió existió la hipótesis de que el show se cancelara. El duo estaba cumpliendo su promesa de no seguir tocando hasta que el público bajara al campo, y efectivamente no volvieron a salir al escenario hasta que eso ocurrió.

Nadie estaba en posición de negar que ese ser vestido con túnica floreada y kimono celeste, guantes dorados y lentes aviadores fuera realmente un Jesús moderno. Después de todo, había logrado algo casi imposible: pasó por encima de la organización del evento para lograr su objetivo, que era ver a todos los fans reunidos en su misa pop. Esta imagen se acentuaba cada vez que alzaba los brazos hacia el público, como si estuviera predicando, y para el público de esa noche, quizás haya sido así.

A Kings and Queens, con un público aliviado de que el show volviera a su normalidad, y eufórico ante la situación, le siguió This Is War, canciones que unieron a todos los fans coreando al unísono, situación que ocurrió principalmente en las canciones del CD homónimo.

Dado lo ecléctico del público, se podían diferenciar dos sectores: adolescentes y preadolescentes enloquecidos con los himnos pop de América; y fans de las viejas épocas más rockeras de la banda, que se emocionaron al oír las melodías de A Beautiful Lie, From Yesterday y The Kill.

No dejaron de sonar las nuevas canciones de la banda, Dangerous Night, Love Is Madness, Hail To The Victor, Great Wide Open, Remedy, Live Like a Dream y, por supuesto, los hits indiscutidos del álbum: Walk On Water y Rescue Me. Durante esta última, preguntando “¿Dónde están los bailarines locos?” Y bailando él mismo en la pasarela, arrancando más de un suspiro del público femenino, Jared hizo subir a cuatro personas a bailar al escenario. 

El protagonismo de Shannon llegó durante Remedy, cuando dejó su puesto en la batería para cantar a lo largo de la pasarela y emocionar a todo el público presente. No había rastros del cansancio con el cual se mostró antes del show cuando salió a comprar café a un Starbucks cerca de las inmediaciones, donde se lo vio apoyado contra la barra, al borde del sueño, mientras esperaba que le entregaran su pedido. Eso había quedado en el pasado, había un show que dar y debía estar a la altura de las circunstancias, lo cual logró.

Durante todo el show vimos un Jared carismático, que no dejó en ningún momento de interactuar con el público y agradecerles por permitirles cumplir su sueño. Se notaba que estaba disfrutando de la experiencia y quería que el público también lo hiciera. Con movimientos ceremoniales dignos de un ganador del Oscar, saltando y girando cual trompo tantas veces como le fue posible, no se quedó quieto un solo segundo. Iba, venía, quería estar cerca de todos por igual.

El recital llegaba a su fin con Closer to the Edge, y el frontman de la banda se encargó de que todo aquel que quisiera subir al escenario a cantarla con ellos y se encontrara en la posibilidad de hacerlo, lo hiciera. Con algunos globos de colores aún rebotando sobre el público y confeti volando por el estadio, se dio por finalizado el show. La frutillita de la torta fue un fan que había ido disfrazado de Joker, con maquillaje, traje y todo, que logró subir al escenario y salió corriendo por la pasarela cuando se encendieron las luces, como si el show fuera suyo. Y lo fue, porque por el mensaje que se encargó de transmitir la banda durante el show, el mismo era de todos, y ellos estaban tan agradecidos con su público como éste estaba con ellos por haber vuelto a visitarlos.

Crónica:Lara Gschwind.
Fotos: Nick Zanotti.