Lejos de algunas visiones previas que daban a Metallica "de vuelta" de sus días de gloria y obligados a cumplir un compromiso, la banda brindó en Córdoba un show cercano, descomunalmente al palo y para nada concesivo. Uno de los puntos más atractivos del concierto de este domingo, mejor dicho el que lo volvía completamente irrepetible, era justamente su calidad del único programado en un recinto cerrado tipo arena de la excursión argenta, aunque no era solamente eso, por supuesto. James Hetfield, Lars Ulrich y compañía estuvieron mucho más que a la altura de una fecha histórica y fueron una máquina de disparar hits (y no tanto), de una lista que difirió bastante del set de las dos fechas en River. Así, los muchachos recostaron el repertorio en el Black Album y Death Magnetic a diferencia del setlist de estadios que, desde México a Buenos Aires, giraba en torno a discos como Ride The Lightning. En rigor de verdad, ni el más optimista de los fans que se pegaron al vallado tenían en mente que al cierre con "Seek & Destroy" Hetfield bajaría del escenario para tener un mucho más próximo baño de multitudes, y había que ver las caras de los fans a los que les acercaba el micrófono para corear el estribillo. Esa quizás sea la postal más elocuente de lo bien que parece haberla pasado la banda.
"Córdoba, son hermosos. ¿Podemos llevarlos con nosotros al próximo show?", largó James cuando promediaba la noche en el domo y ya dueño indiscutido del austero escenario y el "Olé, olé, olé, oleeee... Metaaaa llicaaaaaaa" atronaba ensordecedor. El batero, en tanto, guardó sus únicas palabras dichas directamente para el final, con una amenaza que más de diez mil almas quisieron tomar como promesa: "No sé ustedes, pero yo no voy a esperar 29 años para volver a tocar aquí". El sueño de cualquier metalero, hecho realidad.
Este show no estaba en agenda. La banda había cerrado 3 espectáculos pero como los dos shows de River los llenó con lo justo (agotados, pero nadie más iría a una tercera fecha) los productores buscaron otras plazas para que Metallica termine su visita al país. Como Roberto Costa (el brasilero dueño de Time 4 Fun) tenía muy buenas relaciones con José Palazzo (histórico productor cordobés, responsable del Cosquín Rock, además de otros proyectos), sintió confianza para llevar a Metallica a Córdoba.
“No sé ustedes, pero yo no voy a esperar 29 años para volver atocar aquí”, dijo Ulrich a los cordobeses antes de irse. Será verdad?