• Fue la segunda vez que la banda visitó al país con su formación original, excpetuando al baterista Tommy Clufetos.
  • Fue la última visita de Black Sabbath ya que este fue su tour despedida.
  • El campo vip fue una vergüenza. No sólo que no ocupó la totalidad de la parte delantera sino que los terminaron cagando porque el escenario estaba corrido para el costado opuesto de donde estaba el VIP.

Curiosidades

Al ser el último show que la banda iba a dar en el país, muchísima gente se acercó a Vélez para despedir a los creadores del heavy metal y si bien no estuvo lleno en su totalidad, se vio a muchísimos padres con hijos e inclusive abuelos. Tres generaciones distintas fueron a ver a Sabbath en su despedida.

Este sí que fue uno de los VIP más absurdos de todos. No sólo por el hecho de que en sí, el campo vip es absurdo, sino porque además, no cubría toda la parte de adelante, dándole lugar a gran parte del campo general a poder acercarse hasta la valla. Nos queda la eterna pregunta: qué tiene de vip algo que es IGUAL al campo general? La perla fue ver que además, el escenario estaba más inclinado hacia el sector del campo general, lo que implicaba que el vip, no pudiera ver bien a los músicos. Una vergüenza.

Parecía un presagio. Sábado, tormenta. Un sábado negro en el que Black Sabbath tocaría en Argentina por última vez. Si bien había dejado de llover para cuando el show empezó, el ruido de lluvia, el sonido de truenos a lo lejos y el tintineo lento y pesado del campanario de una iglesia inició lo que fue la despedida definitiva con el público local. Black Sabbath decidió que lo mejor era empezar por el principio de su propia historia. La canción homónima de su primer disco sonó tan siniestra como en su versión de estudio de 1970, con su ritmo de marcha fúnebre coronado por un riff disonante y en cámara lenta en manos del guitarrista Tony Iommi. En medio de ese clima lúgubre, Ozzy Osbourne se aferró al micrófono para esbozar una letra en la que se hace alusión a un final inminente por la llegada del diablo. Lejos de la preocupación, el cantante esboza entre versos una sonrisa maléfica, propia de quien se animó a mover sus fichas para el lado del ángel caído.

Como una afirmación del aporte de sus primeros álbumes al nacimiento, desarrollo y escolarización del heavy metal hasta convertirlo en una entidad independiente, doce de las trece canciones que interpretó Black Sabbath en Vélez salieron de sus cuatro primeros trabajos, con el foco puesto en Paranoid, de 1970. El recorte dejó afuera del repaso a discos como Sabbath Bloody Sabbath, Sabotage o el más reciente 13, que reunió en el estudio a Iommi, Osbourne y el bajista Geezer Butler por primera vez en tres décadas y media, pero a nadie pareció molestarle las omisiones cuando lo que se tiene delante de los sentidos es casi un "grandes éxitos" de su propia carrera interpretado en vivo en poco más de hora y media.

A lo largo de casi diez minutos, Tommy Clufetos (que nació en 1979, el año siguiente al que Osbourne fue despedido del grupo por sus adicciones) aporreó parches y castigó platillos con rabia, una escena extensa en demasía, que sólo puede encontrar su justificativo para que Osbourne y compañía repusieran energías tras bambalinas. Después de su demostración más gimnástica que musical, el baterista comenzó a marcar un golpe lento que devino en los cimientos de "Iron Man", que marchó con la cadencia y la pesadez con la que el protagonista de la canción arrasa con todo lo que encuentra a su alrededor a paso de gigante de hierro.

Para la despedida final, Black Sabbath apeló a "Paranoid", un himno que para la patria heavy es fundacional. Durante esos tres minutos, todas las voces del estadio se unieron a la de Osbourne para convertir en un solo rugido la proclama desesperada de su estribillo ("Creo que voy a enloquecer si no consigo algo para tranquilizarme / ¿Podés ayudarme a ocupar mi mente?"). La escena podría haberse prolongado por horas, pero un final en seco puso fin a la celebración colectiva. Después de una ronda de saludos con los brazos en alto, y mientras por los parlantes comenzaba a sonar la versión de estudio de "Zeitgeist", la relación entre Black Sabbath y el público local pasó a conjugarse en tiempo pasado, sólo recitales de por medio. Su legado sigue ahí, inalterable, y de ahí no se moverá jamás.

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Comentarios

  • Cristian Soplan

    No se por que se quejan tanto de este Vip, fue lo mas justo para todos, los que fuimos al campo trasero tuvimos nuestra oportunidad de estar adelante, cosa que en recitales como los de Aerosmith o Guns n Roses no se podia hacer sin el vip

  • Enzo Valdez

    Fue el mejor recital de mi vida,el sonido,la gente,la intro que mandaron,dios,fue algo alucinante
    Y lo mejor es que entre con 200$,ya puedo morir tranquilo

  • Nifoozmemeir

    Tremendo recital, el mejor de todos, lo único malo fue que tocaron pocos temas, pero bueno hay que entender que ya están grandes. Increible haber visto en vida a la banda creadora del heavy metal