En 1981 una banda británica lanzó al mercado un álbum muy extraño. Se llamaba Welcome to Hell, una obra de heavy metal que lograba proyectar un sonido punk latente muy particular y con canciones que podían ser descritas como un ruido infernal que atraería a una jauría de seguidores sedienta de la música extrema y la lirica llena de alabanzas satánicas que ofrecía el disco. Era diferente con toda intención. Todos los músicos querían sonar como las bandas de éxito del momento, querían ser Iron Maiden y Judas Priest, pero alguien quería tener su sonido propio. La banda que trajo consigo la bienvenida al infierno se llama Venom, un power trio formado por el bajista/vocalista Cronos, el guitarrista Mantas y el baterista Abbadon, no se trataba de músicos virtuosos de ninguna manera, eran solamente unos tipos inconformes con el heavy metal del Reino Unido y que tenían la determinación de cambiar el modo en que se realizaban las cosas excediendo los estándares permitidos por el estilo tradicional que limitaba la escena metal. En Noruega, su música fue la base principal de un movimiento musical, autotitulado Black Metal Noruego, desarrollado durante la década de los '90. Del mismo modo son precursores importantes del Death Metal.